Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

El Bar Plaza lo tenemos en una esquina de la plaza mayor de Ribadavia. De aspecto exterior es el típico bar con pinta de mesón, náda espectacular:

Fijándonos en la carta, tampoco hay platos espectaculares, llamativos, modernos o diferentes.

Sin embargo, las veces que he comido allí he salido encantado. De la última visita recuerdo un filete de ternera que estaba de película, el dueño mucho nos insistía si queríamos pimientos de Arnoia (pimientos verdes grandotes asados) y ya por cansancio acabé diciéndole que vale, que los trajera. Madre mía, se me caían las lágrimas de buenos que estaban. Resumiendo: comida casera, rica y bastante barata.

En pleno centro del casco urbano de Ribadavia podemos encontrar los restos bastante bien conservados del castillo de los condes Sarmiento. Por dentro poco tiene que ver, quizá lo mejor es subir a lo alto y gozar con las vistas del contorno.

Es visitable, pero como los horarios son un poco extraños, ejerciendo mi parte de labor social aquí dejo foto del cartel para que lo tengáis claro si queréis pasar por allí.

En la parte trasera del barrio judío de Ribadavia, muy cerquita del puente del tren, también podemos ver la casa de una persona que transforma su amor por las estatuas en algo barroco en lo que a recargado se refiere porque veas donde veas siempre habrá sobreabundancia decorativa.

Si la casa está bien lucida, no os creáis que el portal se queda muy atrás. Ni un metro sin decoración, ni un metro sin dorados, ni un metro sin azulejos con refrán…

Ribadavia es un pueblo que bien merece darse una vuelta andando por el barrio judío, lleno de callejuelas estrechas y empedradas, generalmente bien conservadas o restauradas. Lo único que fastidia un poco es ver coches aquí y allá, sería bastante mas bonito un casco viejo peatonal pero me imagino que a quien viva por la parte interior maldita sea la gracia que le iba a hacer.

Al recorrer el barrio judío se va uno fijando en los mil y un detalles que va encontrando, desde las calles a las casas o las puertas, no me negaréis que no están bien trabajaditas.

Paramos en Ribadavia, ciudad que merece la pena visitar por la cantidad de temas interesantes como iréis viendo en semanas sucesivas. Ya de primeras observamos que el pueblo promete, tanto por el diseño de los tiestos gigantes que decoran la calle principal…

…como, acercándonos un poco, por el tipo de abono que utilizan, ni más ni menos que bocadillos de tortilla. Con razón estaban las plantas que daba gloria verlas en pleno mes de diciembre.

En Ribadavia, el 4 y 5 de julio. Avisaos estáis y ojito, que en verano el vino del ribeiro fresquito baja rápido y se sube mas rápido aún. Ideal para acompañar unos pimientos de Arnoia (grandes, verdes, no pican) o de Padrón (pequeños, verdes, «unhos pican e outros non»). Posteriormente os podéis dar una vuelta por el pueblo que aún tiene unas cuantas cosas que ver.

Alguno habrá notado que aquí se habla poco de las mil y una fiestas que se suceden en Galicia fin de semana tras fin de semana, no en vano estamos en el reino de las fiestas gastronómicas y que yo sepa, salvo la fiesta del saltamontes al horno, hay fiesta de todo lo comestible habido y por haber. No os extrañe mi escasa querencia al tema festivo, esto es debido a tres razones. La primera, que para ver fiestas ya tenéis a Turismo Enxebre y a Turismo de Galicia. La segunda, que para mi tuvieron su tiempo pero a día de hoy las aglomeraciones y los problemas de tráfico en fin de semana no entran dentro de mis previsiones. Puedo aparecer en alguna fiesta pero mas por casualidad que por haberlo buscado. Y finalmente, que de estas fiestas se habla en cienes y cienes de sitios, con lo cual prefiero dedicar el blog a mi verdadera vocación, que son los artículos vanos, irreverentes, inanes, irrespetuosos, poco serios y carentes de todo contenido trascendente. Quede como muestra una foto de hace años (se nota la escasa calidad del digitalizado) en la Festa da Istoria de Ribadavia.

Para quien se quiera reir un poco, la primera vez que quise ir a esta fiesta me equivoqué de fecha y aparecí una semana después de celebrada. La segunda vez que quise ir fui en domingo sin recordar que se celebra sólo el sábado. Uno es así de especial.