Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Este fin de semana otra vez tocó sábado y domingo de playa con un tiempo magnífico. Sin embargo van apareciendo los primeros síntomas de que el verano se acaba: un día de lluvia en medio de la semana, esas nieblas de agosto, el aire que se levanta al atardecer, cada día anochece antes… creo que éste habrá sido el último fin de semana playero, para el siguiente dan menos temperatura y a partir de mediados de septiembre, que aparezca un día de playa es pura lotería.

Buen momento para ir pensando en el reinicio, en recuperar viejas costumbres y volver a la actividad tras la hibernación playera. No sé porqué, pero me da que la temporada que viene va a ser de mucho movimiento y mucho cambio…

Entramos en el monasterio, no encontramos a nadie, no nos cruzamos con nadie. Paseamos por el claustro, no encontramos a nadie, no nos cruzamos con nadie. Subí al primer piso para sacar foto de las escaleras y la entrada a la Hospedería, y milagro, apareció una mujer que me miró como quien ve a un marciano y se metió por la puerta del fondo. A lo mejor contribuyó a su extrañeza que me había ido sin trípode así que apoyé la bolsa en la barandilla, la cámara encima, me agaché, la cogí con cuidado y me quedé quietecito hasta el temporizador de la cámara llegó al final y sacó la foto. Encontrar en una esquina un hombre agachado haciendo equilibrios entre una bolsa, una cámara y la barandilla probablemente no entraba entre aquello que la buena mujer esperaba del día.

Entramos en la iglesia, tampoco apareció nadie. Recorrimos todas las salas y estancias que vimos, sin cruzarnos más que con otra pareja que hacía turismo como nosotros. En medio de la iglesia me sorprendió encontrar una reproducción a escala de la catedral de Santiago, que en principio no identificaba pero una vez reconocido, el Obradoiro es inconfundible.

Y así seguimos el recorrido. La semana que viene, más.