Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Tras una primera aproximación a los pueblos de la sierra de Cameros, al sur de Logroño, hoy toca una vista de la sierra propiamente dicha. Vamos a ver que explique cómo fue el viaje por esta zona. Visto que allá nos íbamos, compré una guía de La Rioja y me la fui estudiando en los días previos al viaje. Una vez llegado al destino y alojados en el hotel pude comprobar que la guía se había quedado en casa, algo si no habitual, tampoco muy extraño en mi proceder. Se trataba de una señal divina, el cielo me enviaba una indicación para que no hiciera caso a otras opiniones y viera el mundo con mis propios ojos. O eso o que soy un desastrillo, así que nos quedamos con la primera opción y decidimos descubrir La Rioja sin un plan preconcebido (que remedio). Si, lo sé, podíamos comprar otra guía pero eso duplicar la cantidad de papel utilizada para cada viaje y si todos hiciéramos lo mismo, se cargarían el doble de árboles por cada viajero lo cual es impensable de cara a la sostenibilidad de nuestro planeta y para dejarles a vuestros nietos, que yo con los hijos de los vecinos ya voy mas que satisfecho y no aspiro a dejar más huella de mi ADN en este planeta, por lo menos un arbolito vivo y que lo puedan ver en algún sitio además de la wikipedia.

Recordaba haber leído en la guía algo positivo de la Sierra de Cameros así que el último día de nuestra estancia por aquellos lares lo dedicamos a recorrerla. Sales de Logroño por la N111 en dirección Soria (véase Google Maps) y los primeros kilómetros son mas o menos vulgares, campos, chalets, algunos montes a lo lejos. De pronto la montaña ser cierra sobre la carretera y, amigo, la cosa cambia. Me desvié por un camino a la izquierda para poder sacar una panorámica (pinchar en ella con el ratón para verla en grande) de la zona y fijaros qué diferencia con los montes gallegos. De ahí en adelante todo fue sorpresa tras sorpresa que con un poco de paciencia seguiré contando.

La primera fue observar a lo lejos unos alegres pajarillos voladores cuya silueta recordaba de muchas películas de indios y vaqueros. Buscando, buscando, apareció el posadero donde reposaban a la espera de algún peregrino rezagado al que hincarle el diente.

¿Los reconocéis? ¿Y si los pongo un poquito mas grande?

Me sé de uno que se lo hubiera pasado en grande aquí con la cámara y el 400mm. Pude ver más buitres en media hora que en todos los antros nocturnos de Vigo un sábado por la noche.

La Rioja es la tierra de la Paleontología, podemos encontrar desde enclaves como Atapuerca hasta la ruta de los dinosaurios, que no es broma, existe realmente entre varios pueblos y aunque no se ve ningún dinosaurio entero, están las huellas de Godzilla o uno de sus primos petrificadas en la roca.

Esta piedra inclinada se llama la «Vuelta de los Manzanos» y está al ladito de la carretera que llega hasta Aldeanueva de Cameros. Según un cartel, aquí se pueden ver cincuenta huellas de dinosaurios carnívoros, algunas huellas saurópodas y dos posibles pisadas de cocodrilo. Si lo pone el cartel me lo tendré que creer, aunque en realidad fuera sólo una pareja de dinosaurios practicando pasos de baile. Lo que hace saber de las cosas, porque a mi me enseñan esto y en la vida sería capaz de deducir que es la huella de un dinosaurio carnívoro.

Ahora a echar un ojo a las estadísticas todos los días para saber por curiosidad cuántos llegan aquí buscando si Godzilla existe, como una de las entradas mas visitadas de este blog.

Paseando por La Rioja me llevé un par de sorpresas inesperadas en forma de torito de Osborne, que por supuesto fueron retratadas y pasan a formar parte de la colección. Si al final me voy a tomar en serio lo de recorrer España hasta fotografiarlos todos. Para cosas serias no, pero «pa tontás», ganas sobran. El primero fue saliendo de Briones camino de Logroño, cerca de San Asensio por la N232 se me apareció sorpresivamente a mano izquierda así que paradita, media vuelta, retrato y retomando el camino se ha dicho.

El otro está en la incorporación a la circunvalación de Logroño. Con la cámara en el maletero y sin posibilidad de pararse en el arcén, hubo que recurrir al socorrido móvil que siempre vale para hacer el apaño y dejar constancia del acontecimiento.

Otra de las bodegas que visitamos durante el último viaje a La Rioja fue Ysios, en Laguardia, aunque de esta vez nos limitamos a ver el edificio diseñado por Santiago Calatrava.

Llama la atención sobre todo por las ondas del tejado, aunque vista desde la distancia queda en medio de un prado y sin nada de especial interés alrededor. No visitamos el interior porque habiendo pasado por otras dos, al final te vienen enseñando mas o menos lo mismo: donde separan la uva del tallo (despalillar), donde la exprimen, las cubas de acero inoxidable donde lo almacenan primeramente, luego la sala de barricas, una cata de prueba, etc.

Vistos los comentarios de Chus y Sulaco en entradas anteriores, saco dos fotos por alusiones para ilustrar la respuesta. La primera es el torito de Osborne de Xinzo de Limia el cual tras el paso del Xynthya quedó notablemente perjudicado y con apariencia picassiana, pero luce nuevamente como un campeón. Imagen conmemorativa, por supuesto.

La otra es el hotel de la bodega Marques de Riscal, en Elciego, La Rioja. Simplemente espectacular. Obra de Frank Gehry, autor del Guggenheim y otros cuántos edificios por el estilo, echando una ojeada a las fotos en su página de la wikipedia veréis cómo se nota su mano.

Habréis notado que estos días estaba algo desaparecido, aunque las entradas programadas continuaban saliendo a su propio ritmo. Realmente estaba a setecientos kilómetros de mi residencia habitual. Me había pedido unos días de vacaciones y viendo la pésima previsión del tiempo, ante la perspectiva de prácticamente no poder salir de excursiones por ahí rápidamente se organizó viaje a La Rioja, comunidad autónoma que no conocía y de donde he vuelto agradablemente sorprendido. Logroño bastante bonito, limpio, cómodo, cuidado, con unas zonas de pinchos y vinos que son una verdadera perdición. En los alrededores mucha bodega que visitar, mucho pueblito castellano, mucha naturaleza, en total fueron seis días bien aprovechados y vuelta con las pilas recargadas. Otro montón de fotos para el zurrón que no sé cuándo iré publicando, pero claro, si te encuentras con el hijo del Guggenheim a ver quien es el guapo que se resiste a fotografiarlo desde todos los ángulos posibles…

En Cambados otra cosa no habrá, pero sitios donde vendan vino hay los que quieras y más. Bares, casas particulares con cajas de vino a la puerta y tiendas ofrecen variedad donde escoger, generalmente albariños que por algo es el vino de la zona.

Variedad con marcas que no conocía y no por ello me dejan de sorprender. «Paco y Lola», menos mal que no son «Fulgencio y Hermosinda» porque entonces el nombre comercial iba a ser de aupa.

Nota para los interesados en comprar albariño: al contrario que los riojas, riberas del duero y otras variedades, mejor cuánto mas nuevo. Comprar el del año, o como mucho el del año anterior, que con el tiempo va perdiendo fuerza. Si os ofrecen vinos de hace cuatro o cinco años, olvidaros.

Al hablar de vinos en Portugal lo primero que nos suele venir a la mente son los de Oporto, luego los vinos verdes y sin embargo para mi el gran descubrimiento ha sido los cuasi desconocidos vinos del Alentejo. Desde mis escasos conocimientos enológicos como mucho puedo decir que son tintos, densos y mas suaves que los Riojas o los Riberas del Duero. Si te encuentras con una de estas, mucho cuidado, que el cuerpo se acostumbra y luego no quiere los tetrabriks del «Tio de la Bota».

Otro viejo conocido de la casa es el Periquita, nombre comercial donde los haya. También está bueno, pero me gusta mas el Monte Velho. Como podréis apreciar, como crítico no me ganaría la vida. Si no cubriera mi total y absoluta ausencia de refinamiento con un barniz de urbanidad, sería de esos que cuando le echan un culín de vino en la copa para probarlo, mira al camarero con ojos de «tú te quieres quedar conmigo» y le pide que le eche como dios manda que aquello es una copa de vino y no un bebedero de gorriones.