Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Varios son los pueblos que tienen un calendario floral en alguno de sus jardines, el último que mostré fue el de Coruña en los jardines de Méndez Núñez. La curiosidad aquí es que además de calendario, tienen un reloj mas o menos por el mismo estilo, a ver cuánto les dura porque desde que se usan los jardines para el botellón ya sabéis lo que toca.

Cualquiera que me haya visto pasar por Coruña ese fin de semana debió pensar «pedazo dominguero», porque retrataba tooooooodo lo típico de la zona como si fuera un turista japonés. Ay, si algunos supieran donde pueden acabar expuestos seguro que no se ponían delante de mi cámara…

Un par de detallitos para comentar, vistos en la última estancia en Coruña. El primero es que si en Albufeira le hacen rotondas a los relojes, aquí se les hacen estatuas. Y cómo lucen, además de servir para marcar la hora.

Por otro lado, hay un tranvía turístico que sale de Riazor y recorre todo el paseo de Paco Vázquez, alrededor de la península donde está la torre de Hércules. Aunque sea muy de turistilla dominguero es entretenido y te permite ir viendo el recorrido sin cansarte lo mas mínimo, además que uno es muy de «ya que estamos aquí, vamos a probar».

Dos cosas destacaría de la última visita a Puebla de Trives, hace un mes. Bueno, tres, pero una de ellas es lo bien que me sentó un café calentito con el frío que hacía fuera y al ser una sensación inmaterial de momento carezco de la técnica necesaria para fotografiarla, aunque no perdemos la esperanza. La primera es la torre del reloj, tan bonita como siempre en el centro del pueblo al anochecer. Y con la frase anterior no pretendo indicar que la torre está en el centro del pueblo sólo al anochecer o que a otras horas se desplace de ronda por las callejuelas, es que cuando me encuentro en la misma frase con objeto directo, indirecto, complemento del nombre, imperfecto y un pluscuamperfecto subordinado, al final siempre me acabo liando con el orden de las cosas.

La torre del reloj se llama así porque es una torre y tiene un reloj (hoy se nota que tengo el día ciertamente agudo) pero no un reloj cualquiera, sino un Seiko. Espero que no sea un Seiko Kinetic de esos que se carga la pila con el movimiento, porque vista la absoluta quietud de la torre, mal iría el asunto.

El otro hecho destacable fue la aparición por las calles interiores de un par de miliarios, que hay que ver cómo aparecen miliarios por todos lados últimamente, de los cuales no tenía recuerdo a pesar de haber pasado unas cuántas veces por este pueblo. Se ve que como uno venía generalmente a pegarse el tute esquiando en Manzaneda, cuando bajaba de la estación invernal hecho una piltrafa ni los miliarios reconocía.

Para distinguirlos, al anterior le llamaremos «Miliario A» y al subsiguiente, «Miliario B» como si fuera un libro de familia moderno con progenitores A y B. Véase como con éste han hecho bien cercándolo con una verja y cuatro postes dado que hay tráfico por los alrededores y uno de los postes ha evitado que una tragedia alcanzara al cilindro de piedra y, por extensión, a la civilización occidental que perdería un resto de historia viva. Aunque bueno, viva es un decir porque el piedro me tiene pinta de estar más muerto que carracuca. En todo el tiempo que estuve allí ni se movió, ni pestañeó, y eso es francamente muy mala señal.

Entre las cosas que no te puedes perder si vas a Laguardia está el reloj de la Plaza Mayor. A ciertas horas se abre la puerta central y de donde esperas ver aparecer un cuco, como en los relojes clásicos, salen tres bailarines regionales que se pegan un bailecito para disfrute del público.

Y nada de diez segundos, aún se echan un rato allí bailando. Disponible el invento este desde hace doce añitos, he de reconocer que lo vimos por casualidad. Estábamos de visita a las bodegas (a lo que íbamos principalmente, para qué negarlo), habíamos salido de la del Fabulista y leyendo el folleto que nos dieron en la oficina de Turismo caigo en que faltan cinco minutos para lo del reloj. Pues nada, allá vamos a disfrutarlo.

Interesante descubrimiento en Arcos de Valdevez: un reloj de agua. Nunca había visto uno y no sé si es original o hay mas, pero éste me llamó bastante la atención. Se trata de una circunferencia abierta por una parte y dividida en doce partes numeradas. Aquí tenéis una vista general.

Cada parte tiene ocho agujeros, los cuatro superiores tienen focos y de los cuatro inferiores sale o puede salir un chorro de agua. A la una no echa agua ninguno. A la una y cuarto echa el primer agujero. A la una y media los dos primeros, y así sucesivamente. Como podéis apreciar, al funcionar por cuartos de hora no vale como cronómetro pero siendo su principal misión la decorativa, es algo de escasa relevancia.

Incluso, para mejor presentación, tiene una frase de un tal Marc Augé que no conocía pero ha resultado el inventor de los no-lugares, ese recurso tan utilizado en el harte.

Hay un dicho según el cual cuando tienes un reloj siempre sabes la hora pero cuando tienes dos, no. ¿Y con tres? Peor aún si cada uno señala una hora diferente.

Ya vimos una, y a unos metros de la primera estaba esta otra que resulta casi un homenaje a esa conocida marca de relojes que los hace planitos y coloridos. Mientras tanto por aquí se siguen haciendo por todos lados rotondas con el mismo diseño que hace cien años como mucho con un carro cuando no con la mismísima barca de Chanquete… hay que aplicar el I+D+i hasta a las rotondas, caray…

No me refiero al marido de la vaca. Bueno, ni al marido, ni al novio, ni a la pareja de hecho. Toro es una pequeña ciudad situada al este de Zamora a la que llegué por casualidad, precisamente porque quedaba cerca de Zamora y me sobraba un rato. Nada me hacía presagiar que allí habría tanto monumento, iglesia, palacio, puente antiguo, puerta de piedra y otras cosas interesantes. Esto que véis es el Arco del reloj, una torre con puerta de piedra y reloj incorporado a través de la cual se entra a una Plaza Mayor llena de bares y restaurantes. Mención de honor para la cocina castellana, muy dada a la contundencia, gracias a la cual nos zampamos un lechazo asado que estaba de película. Pobrecico borreguito de norit, nos hemos comido a su primo…

Si te interesa conocer mas cosas de Toro pasa por la web del ayuntamiento. Pincha en «Toro la ciudad» y luego en «Historia y arte», aparecerán unas cuantas fotos de todo lo que se puede ver, que es mucho.

Míralos que majos, en el edificio de Correos de Lugo además del relojito ponen de mascota al señor muñequito cartero. En ciudades como las gallegas, que tienen su tiempo, ni os podéis imaginar la cantidad de cosas que se pueden observar en los edificios: mosaicos, inscripciones, escudos, etc. Insisto, mejor ir por la vida mirando hacia arriba y hacia adelante que hacia abajo y hacia atrás (frase filosófica de todo a cien).

Por cierto, gracias a los guarros esos que no limpian las cacas de su perro. Todos los que vamos por la ciudad mirando hacia arriba se lo agradecemos eternamente.