Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Un poquito antes de llegar al faro se puede ver sobre las rocas lo que en breve me imagino serán unas piscinas de agua salada. Aquí, como en Madeira, si hay que echar cemento sobre las piedras no se cortan un pelo.

Al fondo de todo se puede ver una puntita de rocas sobre la que han construido un mirador, una ermita y un restaurante también visitables. A estas alturas, los colores, el azul del mar, el cielo, las rocas, todo me tenía obnubilado y pegándome una panzada a sacar fotos que pocas veces he sacado tantas en tan poco recorrido.

Tras la playa de Sacido, siguiente playa de la costa lucense que me sorprendió: la de Cova, en Viveiro. Primero una vista desde un mirador, con el agua cristalina, la arena amarilla y esas rocas para darle un toque distinto a la playa. En absoluto se puede apreciar la nube que nos perseguía desde Ortigueira y que un cuarto de hora después de llegar a cualquier sitio empezaba a descargar lluvia para cabreo del fotógrafo.

Ya desde la playa, se puede apreciar arriba a la izquierda el mirador desde donde se sacó la primera foto y al frente las rocas (llamadas «Os Castelos») con un monumento dedicado al naufragio de dos barcos que en 1810, durante una tormenta, se estamparon contra estas rocas pereciendo 550 marineros. Quien lo diría, viendo la tranquilidad del agua y el día de playa.

Es lo mejor de los días de pesca, las pedazo siestas que te puedes echar al sol. Y si pican, que piquen pero que no molesten. Por cierto, buen sueño y piel dura tiene el pescador, porque la superficie de estas rocas llenitas de mejillones y «arneirons» (también conocidos como bálanos) es de todo menos cómoda.

Otro de los sitios que ya iba tardando en poner, la afamada Playa de las Catedrales en Lugo, donde el mar ha formado una preciosa colección de arcos y cuevas naturales en la roca. Resulta muy entretenido ir caminando por la arena viendo el panorama aunque conviene tener cuidado en no quedar aislado por la marea que sube rápido. Si eres fotógrafo te desesperarás intentando sacar una foto con menos de cien personas por medio, pero bueno, son gajes del oficio.

Antes de nada reconocer que esta foto no es mía, sino de un gran amigo, mejor persona y peor fotógrafo residente en Málaga. A pesar de tener la suerte de su lado y conseguir muy de cuando en cuando alguna imagen agradable para la vista, no podemos olvidar estampas bucólicas como ésta en la que las rocas destacan al atardecer y sobre todo ello, luce clara y rotunda su propia sombra abajo a la derecha. Hemos de agradecer que solo muestre la sombra y no un retrato porque entonces nos costaría varios días volver a conciliar el sueño. También hemos de agradecer que no haya puesto un suelo de losetas para fotografiar las rocas con estilo propio. Juan Luis, ésta va por ti.

En pleno Santander, al lado del Sardinero y la Magdalena, encontramos la Playa del Camello. Adivinad porqué se llama así:

Insisto: quien no conozca Santander, que la apunte de primera en la lista de próximos destinos.

La semana pasada hablaba de la playa de Portío y de las rocas que la cierran por la derecha. Aprovecho para mostrarlas, porque una cosa es decirlo y otra muy distinta encontrarse delante de una muralla de roca hecha a base de «láminas» en posición vertical, supongo que un estrato desgastado por la erosión. Aunque no se aprecia bien, esa roca en primer plano tendría unos quince metros de alto. Como para que se suelte una laminita mientras está uno abajo sacando fotos…