Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Un día cualquiera como tantas y tantas veces nos fuimos a dar una vuelta por el puente antiguo de Tuy sólo que esta vez reparé en una chapa redonda en el suelo que me sonaba conocida. Anda… si por aquí también pasaron los romanos, hay que ver la de vueltas que daban estos tíos.

La otra chapa, la cutrecilla, hace referencia a que esta zona entra en la red natura de espacios protegidos, pero de ésto no tienen culpa ninguna los romanos sino los pajaritos de colores.

En Tuy existe un club de remo cuyos integrantes suelen entrenar habitualmente en el río Miño. Hace un par de añitos desde el puente internacional que une España y Portugal me hinché a sacar fotos de remeros en plena faena y desde perspectivas poco habituales como ésta (ventajas de estar cincuenta metros sobre el retratado):

Al final de la faena creo que me vieron y hasta posaron en formación tres de los kayakistas (si es que es un kayak, que en esto estoy poco puesto). Tengo que enterarme si hacen algún curso, que a mi eso de los deportes acuáticos me gustan un rato largo siempre y cuando no pases calor, no te canses y no te mojes.

Tras la vista de lejos toca la vista cercana, en la que se puede comprobar aún más que esto parece una castillo y no una catedral.

Ahora es cuando os iba a echar el rollo patatero para contaros la vida, obra y milagros del edificio, los registros del tímpano, el coro y el copón de coco, pero aprovechando que todos sabéis leer, planto aquí el cartel que se puede encontrar en un lateral y a otra cosa mariposa. Que va, no es ser vago, es ser práctico.

Hoy y la semana que viene tocan dos fotos de la catedral de Tuy. La primera es a lo lejos, desde la antigua carretera de Portugal y única vía para cruzar al país vecino antes de existir la autovía, dios la tenga en su gloria porque menudos follones con esperas de dos horas se organizaban en fechas señaladas como la desbandada de Semana Santa y la invasión del Algarve por gallegos deseosos de sol y playa. Como véis, la catedral queda en todo lo alto y casi parece una ubicación más propia de un castillo que de una catedral. Se puede ver también un monumento que han puesto en este jardincillo, creo que es al peregrino, pero no lo puedo asegurar.

Mira tú de las cosas que me voy a enterar al visitar catedrales, en el interior de la de Tuy vi una figura de una santa negra (bueno, de color, pero de color negro) etiquetada como Santa Efigenia. Buscando en la wikipedia para satisfacer mi malsana curiosidad pude ver que la historia de esta santa es digna de película de ciencia ficción por lo menos… echadle una ojeada y veréis cómo no exagero nadita.

Cerca de Tuy subsiste el balneario de Caldelas, un balneario a la vieja usanza, nada que ver con la nueva hornada de establecimientos dedicados a la talasoterapia, termalismo y demás. Este es de los de «tomar las aguas» de toda la vida, recuerdo incluso que mi padre iba allí cuando yo era pequeño para solucionar sus problemas de bronquitis. Nada de masajes relajantes, nada de duchas a la lluvia de esencias variadas, nada de piedras calientes en la espalda y otros tratamientos con glamour. Allí todo era beber del grifo mágico, manguerazos de agua, vahos de eucalipto y meter la punta de un tubito de agua por una fosa nasal para que el chorrito calentito saliera por la otra fosa dando alegría al interior de la nariz. Y como balneario de toda la vida, ese mismo aspecto es el que tiene el edificio. Esta es la fachada:

Está compuesto de una parte antigua, de la que el piso inferior tiene ventanas nuevas y los dos superiores ventajas viejas, desvencijadas e incluso algún cristal roto, y una parte nueva que es la que se ve al fondo. Visto desde detrás, la parte vieja es lo grande, la nueva la de la derecha y ésto de delante es el prado donde pastan las ovejas de Carmen Sevilla que no sé si irán al balneario pero se lo merecen por tener semejante dueña.

Aquí tenéis una vista del lateral, imaginaros el resto. Como curiosidad, decir que sirvió para el rodaje de la película «Hotel Danubio» de Antonio Giménez Rico, producida por José Luis Garci.

Si queréis mas información podéis verla en su página web.

Dicen que España se hunde y aquí tengo la prueba, está empezando por Tuy con un socavón gigante sobre un pequeño puente:

Un par de añitos que tiene la obra y ya estamos así, mala cosa cuando no le hacemos caso a las corrientes. El agua nunca se para y siempre acaba encontrando un camino para salir, sea por las buenas o por las malas como en este caso.

Ahora que se lleva lo ecológico presentamos el último modelo de señal verde que está siendo puesta a prueba en Tuy, Pontevedra. Mas agradable a la vista y respetuosa con el medio ambiente, presenta un par de problemillas como es la mayor dificultad del usuario de la vía para percibir las indicaciones y que en invierno se le va la cobertura vegetal. No obstante dado que las mejoras sobrepasan con creces a las desventajas, esperamos el final feliz de la prueba para verlas instaladas en todas las carreteras españolas. A continuación vendrán los radares escondidos entre la hiedra y los guardias civiles con traje de camuflaje y libreta de multas en mano, que decorar así tiene un coste y no lo va a pagar el Ministerio de Fomento.

A escasos metros del centro de Tuy está la entrada al Monte Aloya, un parque natural que ocupa un monte entero. Desde la parte inferior sale una carretera en subida según se va y en bajada según se vuelve que recorre durante unos siete u ocho kilómetros de zona arbolada hasta la parte superior del monte. Una vez arriba tenemos una capilla, un repetidor de la tele, un refugio de montaña, miradores, y, lo mas importante, un bar donde repostar una cervecita con la que hacer mas agradable la estancia entre tanto verde y tanto bicho. Hablando de bichos, cuentan las leyendas que el rey Arturo I el Bruto, atemorizado ante la posibilidad de ser víctima de un ataque extraterrestre, construyó en lo alto del monte un cañón tan grande que los mismísimos ciervos al verlo se quedaron petrificados del horror.

Incluso un lagarto gigante que se aproximó por los andurriales corrió la misma suerte al contemplar el calibre del artefacto del rey (del cañón, me refiero).

La semana que viene veremos los miradores del Monte Aloya. Por cierto, me apuesto algo que en las estadísticas acabará apareciendo alguien buscando la leyenda del cañón del rey Arturo y los animales petrificados a pesar de que me la acabo de inventar. La gente nunca me dejará de sorprender.

Si, ya sé que es domingo y está lloviendo, así que voy a poneros una imagen de Tuy en primavera, un día precioso, luminoso, alegre. Ahora cerrar los ojos y pensar que quedan dos mesecitos para volver a sentir el sol calentando, esos primeros rayos de sol que tan agradables son, esa vuelta a los martinis dominicales…

Ese que ha pensado «como venga una primavera mala no nos quitamos la lluvia hasta julio», así se pille el menique con una puerta por gafe.