Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Hasta el momento hemos visto rotondas con jamones, sputniks, avestruces, aviones, calamares, relojes y sabe dios cuántas cosas más. Sin embargo de la última visita a Lalín me traje la imagen de una rotonda que por mucho que la he visto, sigo sin saber qué es eso. Así es de lejos:

Y así es de cerca. ¿Hojas de Aloe Vera? ¿Las patas de un pulpo dadas la vuelta? ¿Tablas de Windsurf? De principio le quedará «la rotonda de los pinchos» aunque se admiten sugerencias sobre lo que representa.

Por cierto, si eres paracaidista y haces prácticas en Lalín, cuidado sobre qué caes o corres peligro de no poder sentarte en un par de meses.

Shit you little parrot (cágate lorito) con el cambiazo que ha pegado Lalín de unos años hacia aquí, de cuando lo conocí que parecía (exagerando un poco, que luego se me cabrean) casi una aldea con teléfono pegada a un parque industrial gigante, ahora está bastante más crecidito con edificios nuevos, el centro comercial, una paseo del río con zona recreativa que ya quisieran otros muchos pueblos y el último día que pasé hasta descubrí un pabellón deportivo multiusos nuevo, el (ni mas ni menos) Lalín Arena, que han tenido la inteligencia superior de no hacer un mamotreto feo por fuera sino moderno, diferente y hasta llamativo.

De cómo las letras ejercen la función de columnas ya no os digo nada. Siempre pensé que lo de «Arena» era una moda ñoña traída de fuera, pero claro, si te paras a pensar que una de las acepciones viene siendo «Sitio o lugar del combate o la lucha», pues mira, en el fondo tienen razón.

No sólo en Espasante tienen estatuas de cerdos por las calles. En Lalín, además del Lalín Pork Art que fue temporal, también tienen su cerdo fijo en la calle como señal de agradecimiento por todo lo que nos da y, probablemente, por ser base del cocido que constituye la principal fiesta de la ciudad.

En el centro de Lalín tenemos un curioso monumento dedicado a Joaquin Loriga, aviador nacido por aquellas tierras a finales del siglo XIX, conocido por haber sido el piloto de pruebas del autogiro de Juan de la Cierva y luego pegarse el tute Madrid-Manila por etapas en plan Paris-Dakar. Cosas de la vida, la palmó estampándose con su avión y quizá por ello el monumento que le han dedicado es un avión vertical con el morro apoyado en tierra.

Como siempre, el que quiera saber la historia completa puede irse a la Wikipedia y de paso donarles cinco euritos, que toda esta gente gasta su tiempo y dinero en mantener la enciclopedia de forma gratuita a nuestra disposición. Ya, ya sé que cuesta lo suyo regalar lo que luego tiramos en chorradas…

Parafraseando el famoso dicho, allá donde fueres come lo que vieres y pudieres. Y si uno es lambón (muy dado al dulce) por naturaleza, de paso que visitaba Lalín me pasé por una pastelería y probé los melindres que allí producen, grandotes, ricos, un montón de pasta dulce de almendra sobre una oblea blanca:

Un rato antes de volver a casa, y aprovechando que pasaba por delante de la famosa Confitería Tábora de Silleda (fundada ni mas ni menos que en 1870), me aprovisioné de sus famosos melindres de mantequilla, castaña y almendra y de borrachitos, estos últimos una verdadera bomba calórica hecha de bizcocho empapado en almíbar.

Además de comprar los melindres en caja puedes comprarlos sueltos en bolsa, salen mas económicos. ¿Qué decir? Que estaba todo muy bueno, y digo estaba porque de los modelos que aquí posaron sólo queda el recuerdo, el resto nos contempla desde el cielo de las lambonadas.

Hasta el 15 de marzo Lalín estuvo lleno de cerdos, en el buen sentido de la palabra, ¿eh?

Fue el Lalín Pork Art 2009, ya concluido, un montón de cerdos de resina decorados a cada cual de forma mas curiosa y dispuestos en una plaza de Lalín. Aquí el cerdo mas amoroso: