Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Que en las ferias portuguesas venden ropa de imitación es cosa mas que sabida. Que hay ropa mejor o peor imitada, también. Hace años ya nos sabíamos todos los trucos para deducir si las prendas eran verdaderas, falsas o muy falsas. Cuando el cocodrilo de Lacoste miraba para la derecha era verdadero, si miraba hacia la izquierda era falso, si parecía recién atropellado por un camión es que era muy falso. Si el jugador de polo va montado en un camello, eso no es de Ralph Lauren. Adddidash, Antidas y Abbidas tampoco valen. Finalmente, los hay poco puestos en esto de los idiomas que no acaban de cogerle el puntillo al italiano y nos sacan estas camisetas de «Macimo Duti». No es que sean falsas o muy falsas, es que son de pena.

Es lo mejor de los días de pesca, las pedazo siestas que te puedes echar al sol. Y si pican, que piquen pero que no molesten. Por cierto, buen sueño y piel dura tiene el pescador, porque la superficie de estas rocas llenitas de mejillones y «arneirons» (también conocidos como bálanos) es de todo menos cómoda.

La semana pasada hablábamos del pequeño puentecito verde visible desde lo alto del mirador. A primera vista parece un puente normal y corriente cruzando el río. Anteriormente era paso obligado camino de Oporto y soportaba una densidad de tráfico bestial. Desde la apertura del puente nuevo, un kilómetro río arriba, el tráfico se ha reducido mucho aunque no ha desaparecido. Como curiosidad decir que tiene dos pisos, por arriba pasan los coches y por abajo, entre el enrejado, pasa el tren.

Sin embargo lo importante viene conforme acercamos la imagen. Alucinantes la curva de entrada y doble curva de salida de la parte superior del puente. Si entras despistado no te lo imaginas y apareces en el carril contrario. Si el que viene trae un coche grande te lo puedes encontrar mitad en su carril y mitad en el tuyo porque no es capaz de girar lo suficiente. Encontrarse un camión ahí tiene que ser toda una poesía. Lo primero que viene a la cabeza es madre mía, pero ¿quien habrá diseñado esto? Un aficionado, creo…

Estas son las vistas que se tienen desde el mirador en la parte superior de la cúpula. Vista al frente, Viana a nuestros pies, el río, el Gil Eannes atracado a la derecha y atención a ese puente verde a nuestra izquierda porque será el protagonista la semana que viene.

Vista posterior: el entorno medio parque, medio bosque y el Hotel Pousada de Santa Lucia. Una Pousada en Portugal es mas o menos el equivalente a un Parador en España, palabras mayores en cuanto a calidad como hotel aunque tengo que reconocer que yo soy mas tipo «Pensión Estefanía» que de tanto lujo.

La semana que viene, mas.

Vamos a hacer una breve pausa en los comentarios sobre Santa Lucia para desplazarnos aún mas al sur y si hace tiempo hablé de los cruceros en Amarante, vamos a ir alternando entre esta ciudad y Viana para no aburrir al respetable. Como indicaba en la entrada del enlace, en Amarante la tecnología y la tradición van de la mano a la hora de construir dispositivos flotantes de última generación que facilitan el disfrute del río al pueblo llano, el cual se dedica al pedaleo dominical con total despreocupación, saboreando el recorrido.

De dos en dos, de tres en tres, de cuatro en cuatro, lo importante es pasear y relajarse aprovechando las condiciones que nos brinda el río. Atención a esas terrazas que se ven en la parte derecha de la imagen porque serán las protagonistas de la siguiente entrada dentro de unos días.

Una vez pasado el ascensor y el túnel con semáforo, el último tramo para llegar arriba es una escalera de caracol larga y estrecha:

El final de la escalera también se las trae, apareciendo justo en el mirador de veíamos en la serie de fotos anterior:

Ya estamos en lo mas alto. La semana que viene mas y mejores vistas.

Oh cielos, ¡qué ven mis ojos! (Supuesto chiste que debería ser gracioso si consideramos que Santa Lucía es la patrona de las cosas de la vista aunque no lo es si consideramos que soy el patrono de los chistes malos). Pero pero pero pero pero pero pero… ¡si ahí arriba hay gente!

Aplicando mi teoría de la correlación directa, si ahí llegó gente, es que se puede llegar, y si pudieron llegar ellos, puedo llegar yo. Teoría no aplicable con las hazañas de Armstrong, Aldrin y Collins, mal que me pese, aunque sólo por falta de presupuesto, medios, conocimientos y capacidad física.
Acercándonos mas a la iglesia tenemos dos opciones para subir (aviso: si tienes vértigo, no subas. Agradecerás mucho mi consejo.). La primera es un ascensor en un lateral. Una engañifa, pagas ochenta céntimos y te suben hasta un mirador muy majo él, pero desde el que no se ve ni el 25% de lo que se ve desde el otro. La segunda opción es entrar en el museo (por la parte de atrás del edificio), pagar y o bien subir en otro ascensor, o unos cuatro pisos de escaleras que con paciencia se llevan bastante bien. Al final de los cuatro pisos, una entrada con semáforo que mas os vale respetar, porque por el pasadizo estrechito pasan los que suben, o los que bajan, pero no los dos a la vez.

Continúa la próxima semana…

Si algo distingue a la ciudad portuguesa de Viana es la iglesia de Santa Lucía, situada justo en lo alto de un monte que preside la ciudad. Como se puede apreciar, el emplazamiento es verdaderamente privilegiado no en vano antes cuando decidían hacer alguna obra de estas, se hacía donde fuera, pero con vistas:

Pinchar en la imagen para verla en grande, a la derecha a media altura se distingue el Gil Eannes, un antiguo barco-hospital, hoy albergue juvenil a la vez que museo, y otro de los símbolos de Viana.
La vista frontal de Santa Lucía en lo alto es la típica que todo el mundo conoce, sin embargo por la parte trasera hay un jardincillo con piedras y arbolitos que permite composiciones algo distintas pero también atractivas visualmente:

Hace exactamente un año andaba suelto por Mérida, Cáceres y Trujillo, en mejores circunstancias y mejores condiciones. Este año me quedo en casa a ver si así curo el esguince de tobillo que me tiene a mal traer. Si me voy a cualquier lado me conozco y acabaré metiéndome unas caminatas de cuidado hasta que reviente el pie así que mejor le damos un poquito de descanso, que además es el pie derecho, el de escribir.
A cuenta de la semana santa y las procesiones, decir que aunque yo estas cosas de la religión no me las creo mucho, aplicando el principio de reciprocidad respeto sobremanera y procuro no interferir en todo aquel que sí cree pero me respeta y no me da la tabarra intentando reconvertirme. No creer no quita que visite iglesias o que vea procesiones, porque no dejan de ser un espectáculo. Si te gustan estás de enhorabuena porque por esa zona otra cosa no habrá, pero lo que son procesiones tienes a diario, de día y de noche. Esta fue curiosa, me gusta pasear por la noche y mas si el aire es frío. Un rato antes de las doce vimos que iba mucha gente hacia un lado del pueblo y nos fuimos detrás. Todos esperando en la puerta de una ermita pequeñita hasta que salió el jesucristo éste que veis, con toda la parafernalia de música, velas, silencios y maniobras para sacarlo por una puerta mucho mas chiquitita y mas baja que el propio paso.

Las primeras grutas que visité en mi vida fueron las del Drach y las del Hams, en Mallorca. Muy turísticas, entrabas junto con otros cuatrocientos, pasabas por unas galerías, te sentaban en unas gradas y desde una barquita te agraciaban con un concierto. Había diferencias entre unas cuevas y otras, las del Hams eran mas pequeñas, los de la barca aparecieron tocando y escojonándose de risa a la vez, pintaban menos serias que las otras. De estas dos no tengo fotos, obran en poder del «lado oscuro» de mi vida y salvo que vuelvan solas dudo que las vuelva a ver.
Las siguientes en ser visitadas fueron las de Valporquero, mas naturales y menos masificadas, a las que fui tres o cuatro veces.
Las terceras y de momento últimas fueron las Grutas de Alvados, cerca de Figueira da Foz (Portugal). Bastante bien conservadas salvo por un detalle: la iluminación en algunas zonas era de colorines, convirtiendo la cueva en una horterada supina. Conservo sólo una foto para que veáis el aspecto de las cuevas, y no precisamente de la zona colorida. Es de hace unos veinte años y escasa calidad tras un paso poco afortunado por el escaner.