Lo más impactante de la visita a la bodega del Marqués de Riscal, además, evidentemente, del edificio del hotel, no fueron las bodegas nuevas, tan asépticas ellas, tan automatizadas, sino cuando te meten por la bodega antigua, una especie de cueva llena de polvo y telarañas. Y es que aunque uno parezca muy fino he de reconocer que, efectivamente, soy muy de cueva y telarañas. Fijaros qué aspecto más interesante, quien sabe qué historia guardarán esas botellas.
La ventaja de ir con una señorita guÃa es que, además de no perderme, algo muy habitual en mi y que puede resultar de todo menos agradable en una cueva oscura, te va contando cómo aquà almacenan un lote de botellas de cada añada desde tiempos inmemoriales, asà que si se te antojara una botella del año en que naciste, tranquilo, por muy viejo que seas seguro que la tienen. Otra cosa es que te la den o te la vendan, aunque habiendo pasta gansa de por medio me imagino que llegar a un entendimiento es cuestión de precio. Es otra de las desgracias de ser pobre, que te resulta más complicado entenderte con la gente.
Resumiendo, que tienen vino del año la nana, pero cuando quieren abrir una botella la cosa no es tan fácil porque el corcho está hecho una piltrafa y cualquier intento de usar un sacacorchos acabarÃa con el vino repleto de trocitos corcheros, asà que el sistema que emplean es calentar una especie de tenazas al rojo vivo, aplicarlas sobre el cuello de la botella que por estrés térmico (impresionante término que me acabo de inventar) se quiebra limpiamente permitiendo acceder al contenido de la botella limpio de corcho, polvo y paja. Hay que joderse… con lo fácil que serÃa envasarlo en tetrabrik, que no tiene ninguno de estos problemas y se siguen empeñando en meterlo en botellitas de cristal.
Finalmente hacer mención a que la calidad de las fotos podrÃa bordear lo patético-penoso porque la baterÃa de la cámara dijo basta, muy mÃo eso de olvidarme recargarla de un dÃa para otro, asà que hubo que sacarlas con el móvil, y menos mal que está el Aphotoshop para remendarlo, que sino…