Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Una vez acabada la visita al castillo de Sandiás reemprendimos la ruta para detenernos bruscamente al ver en medio de un campo un invento cuanto menos digno de ser analizado. Junténse dos bidones, una manguera saliendo de uno de ellos y una placa solar. ¿Qué podemos obtener? ¿La placa solar alimenta un motor que llena los bidones? ¿O sube la temperatura del agua para regar con agua calentita? Ni idea, pero tiene toda la pinta de ser invento ingenioso genuinamente gallego. Le faltaría para serlo al 100% haber rodeado el conjunto por cuatro somieres como medida de protección.

Para poder cultivar la tierra, generalmente plantando viñas, algunas montañas gallegas se reforman creando bancales: en vez de laderas en diagonal queda la montaña con laderas escalonadas de modo que haya una superficie horizontal donde poder plantar algo. Resulta complicado plasmar en una fotografía lo grandioso que se ve toda una montaña convertida en escalones, para tener una referencia decir que esa línea verde es un camino por el que puede ir en un todoterreno.

De cerca impresiona mas aún ver cómo están hechos los muros, la de piedra que llevan y cómo se añade tierra en las zonas que luego se cultivarán. Todo un trabajón en una zona que no destaca precisamente por su accesibilidad.

«Lagoa» en gallego es «Laguna» y desde la torre de Sandiás se ve la llanura donde debería estar la laguna de Antela pero no está. En tiempos del tío Paco decidieron desecarla y adiós para siempre. Si os interesa conocer la historia completa de la laguna, aquí podéis ver cómo era y cómo se desecó incluso con fotos del proceso.

Esto es lo que encontramos bajo una escalera en el castillo de Monterrey, allí paradito, a oscuras, mentiría si dijera que no me entraron ganas de comprobar si estaba habitado o no.

Viendo las dimensiones o bien hace bastantes años eran todos muy esmirriaditos, o los metían a presión porque de longitud pase, pero de anchura es bastante, bastante estrechito y ya es mala leche que te hagan una última morada tan incómoda.

Hoy toca otra de la torre de Sandiás, esta vez pasada por un programita de hdr para resaltar el cielo y evitar el tremendo contraluz entre una torre en sombra y un cielo blanquecino excesivamente luminoso. Desde este punto de vista se ve claramente como la torre está prácticamente en ruinas, con sólo dos paredes que se mantienen en pie, aunque vista la cantidad de piedra y el grosor de esas dos paredes es de esperar que se mantengan así durante bastante tiempo más salvo terremoto o huracán, cosas ambas bastante improbables por la zona.

Circulando por la A-52, entre Orense y Xinzo de Limia, se puede ver a mano derecha una torre en lo alto de un monte. De lejos parece majestuosa.

Sin embargo, acercándose desde atrás se puede apreciar cómo le faltan dos de las cuatro paredes. Se trata de la torre de Sandiás, parte de un castillo que fue atacado por el duque de Lancaster en el siglo XIV y, no podía ser de otra forma, rematado por los Irmandiños un siglo después para dejar sólo media torre del Homenaje dedicada actualmente a la cria del liquen silvestre.

La subida es fácil, en coche hasta cien metros antes de la torre, y merece la pena por las impresionantes vistas que hay de la zona de La Limia: una tremenda planicie llena de campos, supongo que de patatas que es lo propio de aquellos lugares.

Ese nombre recibe la bodega de aspecto modernillo que tiene el modisto Roberto Verino justo en la subida al castillo y parador de Monterrey en Verín, donde producen un vino con el mismo nombre que a pesar de no ser mi denominación de origen favorita, está bastante bien. La bodega es visitable, hay degustación, venta, y no deja de ser otro motivo mas para acercarse por esta zona.

Por si alguien está intresado en la visita, estos son los horarios y ésta es la página web:

Una de las cosas que mas me fastidian a la hora de hacer fotos. Resultan curiosos o llamativos en el 1% de los casos (puestas de sol), en el otro 99% prácticamente chafan la foto. Especial tirria les tengo a la hora de hacer paisajes, allí donde aparece un suelo oscuro y un cielo muy claro tienes que escoger entre ver bien el suelo y que no se vea nada en el cielo o viceversa, todo debido a que las cámaras no son capaces de captar tanto rango dinámico (tantas luces y tantas sombras) como nuestros ojos. Mientras tanto, los fabricantes dale que te pego a hacer cámaras de mas y mas megapíxeles que es lo que pide el pueblo llano y al rango dinámico que le den morcilla.

Cada vez que voy camino de Barra de Miño no puedo por menos que sorprenderme con un cartel que da nombre a una funeraria, la Funeraria Preventiva, un nombre que de por si me parece una paradoja: las funerarias se ocupan de ciertas cuestiones cuando ya no hay otro remedio, y si no hay remedio, ¿qué puede prevenir?

Esta caseta situada en lo alto del Monte Meda, al lado de un repetidor de la TVG, es para mi como un fetiche. Cuando la vi por primera vez sabía que ahí había foto: una estructura, texturas, colores, cielo… he vuelto varias veces, la he retratado de cien maneras distintas, pienso, discurro y aún no ha salido lo que yo quiero. Esa es la diferencia entre lo que considero un fotógrafo y uno con cámara (yo). El fotógrafo ve lo que quiere antes de sacarlo, yo tengo que buscarlo, probar, darle mil vueltas hasta que aparezca. Ya conté que mi equipo Canon lo tiene una amiga. Ella pintaba, hace poco empezó a hacer fotos, hace tres meses no tenía prácticamente ni idea de cómo usar el Photoshop o el Lightroom, a día de hoy saca con mi cámara cada maravilla que ni aunque viviera dos veces sería capaz de igualar. Qué le vamos a hacer, tendré que asumir que lo mío no es la fotografía sino la buena vida. Sólo falta que se enteren los de la Primitiva y me concedan una para poder dedicarme a mi verdadera vocación.