Ha nacido una estrella

Escrito por: Jc | Categoría: Ocio | Publicado el: 10-02-2010

Y de casualidad, por variar. Entrando en Los Ancares recordaba un castillo en lo alto, miré el mapa Michelín de hace cuatro años (insisto, los GPS son para cobardes) y en el primer sitio que vi el dibujito de un castillo allá nos fuimos. Buscaba el castillo de Doirás pero el que apareció fue el de Balboa. Bueno, ni eso, porque al principio no aparecía el castillo ni de broma. Llegamos a la hora de comer y lo primero que vimos fue una iglesia. Luego esta palloza, una de esas casas circulares con tejado de paja, en el centro del pueblo.


La Palloza de Balboa

Entramos, estaba oscurito, echamos una ojeada y coño, qué sorpresa, si es un restaurante con sus mesitas, sus sillitas, su chimenea gigante en el centro y su escenario, supongo que de noche habrá copas y fiesta. Fijaros cómo es el tejado, vigas de madera distribuidas de forma radial, ramas cruzando y por encima de todo, el techo de paja. Construcción 100% natural.


Segundo plato

¿Comemos aquí? Pues nada, comemos. Mi madre, qué comilona. A escoger entre seis primeros y seis segundos, todos apetecibles, nos pedimos un crepe de espinacas y piñones con salsa de pimienta para empezar, de segundo la parienta optó por las carrilleras y yo por el codillo a la cerveza. Tarta de castañas y biscuit de almendra con chocolate caliente para postrear, pan, vino, cafés, cuando a la hora de pagar me dicen veintiocho euros es que lloraba de alegría… diormío, esto es el paraíso.


Segundo plato

Apuntarlo en vuestras agendas, si alguna vez pasáis por la A-6 en la frontera entre Galicia y León, coged la desviación de Ambasmestas y tirad hasta Balboa si queréis disfrutar de la buena mesa. El estómago os lo agradecerá.

Parador de Verín

Escrito por: Jc | Categoría: Orense | Publicado el: 10-02-2010

Quiero desde aquí expresar mi reconocimiento al Parador de Verín por su inestimable ayuda a la mejora de mi calidad de vida. Habiendo llegado castillo de Monterrey cuando aún estaba cerrado, bajamos aquí para tomarnos un café en la terraza situada a la derecha de la entrada principal, que es esto que véis en la foto. El calorcito, la tranquilidad, el café y la compañía constituyeron uno de esos pequeños momentos cotidianos que no tienen precio. Para todo lo demás, Mastercard. Por supuesto, una porquería de cielo gracias a las nubes blancas pero qué le vamos a hacer, el respetable público ha de asumir que a veces prima la calidad del testimonio frente a lo destacable de la fotografía.


Parador de Verín

También descubrí algo que me puso los dientes largos, y muy largos: la piscina. Yo soy poco de playa, pero cuando pillo una piscina de agua templadita por banda no salgo hasta que tengo los dedos enchuchurríos de tanta humedad o hasta cumplir con la ceremonia de las cien panzadas. No me digáis que la piscina del parador no está diciendo «báñate, báñate», uno de esos días calurosos de verano tiene que ser una verdadera perdición.


Piscina del parador

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