Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

El Monasterio de San Esteban de Ribas de Sil tiene tres claustros, creo recordar. El mas pequeño es el llamado «Claustro pequeño», por razones que a nadie se le escapan, o también «Claustro del Vivero». ¿De donde viene tal nombre? Pues viene de que hace un montón de años este claustro albergaba una fuente enorme donde los monjes tenían peces que les traían vivos después de haberlos pescado, así nunca faltaba el pescado en la dieta monacal. Anda que no eran listos ni ná los monjes éstos.

¿Y cómo se yo tal cosa si no he vivido esos tiempos ni la vida monacal me pilla lo mas remotamente cerca? Pues nada hombre, con saber leer asunto arreglado…

Tal fue el menú de la penúltima visita a Portugal. Leitao es como se conoce al cochinillo y aquí tenéis la prueba del delito, cochinillo con patatas fritas y una salsa que no veáis cómo picaba la condenada.

Traducir el «Arroz de Sarrabulho» ya es para nota. Se trata de arroz, con carne deshecha o deshilachada y un caldo hecho con la sangre del cerdo, de ahí su color. En este caso se ven flotando también un par de riñones. De todo menos ligerito y no apto para aprensivos.

Por si os preguntáis si me lo comí, efectivamente, había hambre.

Tierra de mares es tierra de faros, tierra de faros es tierra de muchas fotos así que donde haya muchos faros porque hay mucho mar allí estaré yo para sacar muchas fotos a los faros y a los mares. La verdad me ha quedado un poco liada la explicación, debe ser que a estas horas de la noche ni soy persona, ni el celebro de la cabeza tiene mucho aprovechamiento. Realmente a otras horas tampoco es que sea mejor persona ni salgan ideas aprovechables de la cabeza, pero bueno, eso es otra historia. Vamos a los faros. Dado que hacía tiempo que no iba por Ribadeo y las pocas veces que me acerqué, no en vano me queda en la otra esquina de Galicia, fue por temas concretos más que para vagabundear como es costumbre en mi, no me había recorrido y peregrinado por todo aquel acantilado o similar donde además de sentir la altura y ver el mar se pudiera disfrutar la presencia de un faro. Por tanto, hallándome por la zona en agosto y con total disposición de mi tiempo, aproveché para dar cuenta a tal carencia empezando por el de la Isla Pancha para continuar por el del cabo San Cibrao, llamado faro de Punta Atalaia. Esta es la pinta desde lejos…

Y así se ve desde cerca. Nótese el asombroso parecido con los de la Isla Pancha. Los faros antiguos son dos casitas pequeñas, cuadradas, con el faro en lo alto del tejado. Los dos faros nuevos son dos cilindros de similar tamaño que hasta las rayas parecen copiarse.

De allí pasamos a Punta Roncadoira (el del contador de rayos), que ya le valió al que puso los carteles porque nos hizo dar una vuelta tremenda por el medio del monte, cien veces pensé que nos habíamos perdido y el faro nunca aparecería hasta que al final, detrás de una curva nos encontramos con esta vista. Las vueltas valieron la pena porque el paisaje es magnífico.

Estooo… ¿no os suena parecido a otro faro? ¿No es cómo el de arriba pero sin rayas? No serán tan feos como el de Laxe, pero de cuándo en cuándo podían variar que nos vamos a acabar aburriendo de ver el mismo modelo de faro… que me los pinten de colorines aunque sólo sea para hacer bonito…

Ya es curiosidad, un día estar fotografiando una goleta con más de cien años de antigüedad fondeada en el puerto de Bayona y al día siguiente enterarte que esa goleta es un barco escuela de lque se han fugado tres de sus alumnos en el mas puro estilo peliculero: nadando y con una bolsa donde guardaban la ropa seca. Un día y medio les duró la aventura antes de ser encontrados y devueltos al barco.

Seguro que si estuvieran en uno como éste, fondeado allí al lado, no se escapaban ni de coña.

Si que es injusta, si. O por lo menos no me parece justo que uno se acerque a la zona recreativa del Xirimbao, en el concello de Teo (cerca de Santiago), vea esta pasarela, se haga mil ilusiones sobre cruzarla pegando saltos para hacerla vibrar, tirar piedritas desde el medio, echar una meadita en un río desde lo alto…

En esto que al acercarse, así me la encuentro… madre mía, sólo le falta una puerta blindada en el centro.

Y digo yo… ¿ésto es así porque es así o porque me vieron acercarme? Cachis la mar, con lo que me gustan estas cosas y me dejan con la miel en los labios… tengo que acordarme lo de meter una escalera plegable en el coche. No por nada en especial, por si acaso…

Si hace meses vimos la famosa escalera helicoidal de Santo Domingo de Bonaval, hoy toca verlo por fuera y en unos días vendrá el Panteón de Gallegos Ilustres situado en su interior. Para quien no lo conozca tiene forma de convento porque, además, incluso era un convento, con su iglesia, su claustro y todo lo demás.

Dentro también podemos ver el Museo del Pueblo Gallego, que ya os imagináis como es: una exposición de objetos típicos desde la barca pesquera artesanal a telares manuales pasando por trajes típicos de aquí.

Y de todo, me quedo con la escalera. Fijaros qué curiosidad salir por una puerta y encontrarte algo como ésto.

No sé si con la crisis nos empezaremos a comer los unos a los otros (que no es que esté prohibido, sólo está prohibido si lo haces sin pagar una tasa de 6,50€ al estado), o el campo está tan mal que los campesinos tienen que empezar a vender los brazos para poder subsistir. Sea como sea, no me gusta nada la pinta que están tomando las cosas. Por si acaso me llevo a todas partes conmigo un bote de tabasco, si alguien me intenta comer el brazo me echo un chorretón por encima y ya verás qué cara pone al primer mordisco, no en vano el manco que ríe de último siempre ríe mejor.

Aquí tenéis foto de la Casa de la Parra, lugar bien conocido en plena Plaza de la Quintana de Santiago. Oficialmente es conocida por ser una obra del siglo XVII (el piso de arriba es una añadido actual), por su chimenea y sobre todo, por los racimos de uvas tallados en la piedra a ambos lados de la puerta principal. Extraoficialmente se conoce porque cuando hace fresco pero sale el sol, en las escaleras de la plaza situadas delante se está de vicio viendo la vida pasar. Curiosos usos que seguro nunca imaginaron aquellos que construyeron la casa.

Y ya que mencionamos el pedazo piedro de Povoa de Lanhoso, en Portugal, podemos acercarnos un poco más y ver justo la parte superior, donde hay una capilla, un bar y un castillo. Aquí se ven los dos primeros, con el piedro en primer plano y apreciándose que es todo continuo.

Luego viene el castillo, justo detrás de la capilla de la foto anterior. No es de dimensiones excesivamente grandes, aproximadamente unos treinta metros de lado. Todo encima del mismo bloque de piedra, por supuesto. Las vistas desde lo alto del castillo, que se puede subir, son de impresión.

Teníais que ver la carretera para llegar aquí rodeando el bloque que forma una tremenda pared vertical a tu derecha. Si desde lejos impresiona, desde cerca aún más.

Que aquí nos va la fiesta cosa fina es algo sabido por todos. Como no llegan con las que tenemos, importamos la feria de abril, importamos Jalogüin y alguien se ha dado cuenta que coño, si nos faltaba la mejor de todas, ¡la Oktoberfest de Munich! Dicho y hecho, ya la tenemos en Vigo y durante diez días nada menos:

Esta mañana me acerqué por la zona y estuve viendo cómo van montando las carpas en la Plaza de la Estrella, al lado del edificio de la Xunta. Todos los carteles anuncian fiesta-jolgorrio de la grande, mucha música, litros de cerveza, montañas de comida…

¡Leches! ¿Y qué son esos sacos que tienen a la puerta de una de las carpas? ¿Es esto lo que creo que es? Pues yo no sé qué tipo de comida van a dar, perooooo…